En el día de ayer, fue liberado un nene de 12 años, que estuvo secuestrado 2 días en el baúl de un auto, atado y sin comer. Al principio pedían de rescate 50 mil dólares, pero el padre, camionero, logró hacer entender que sólo podía pagar 5 mil pesos a los captores.
Cuando el chico volvía con sus padres a su casa, había mil periodistas esperando para llenar espacio, digo para informar del suceso. El nene, muy correcto y amable, les dijo que estaba muy cansado, que los disculpen, que quería ir a su casa. La noble respuesta de los movileros fue hacer una lluvia de preguntas desenfrenadas, para justificar el sueldo, ¿vió?.
No contentos con el esfuerzo que realizaba el chico, le preguntaron a la madre qué le había contado su hijo, y ella explicó que especialistas le recomendaron que el nene no hable de lo sucedido porque fue traumático. Adivinen qué pasó acto seguido. Sí, los mil periodistas, sin importarles nada de lo que acababan de escuchar, le hicieron todas las sucias preguntas que imaginen.
La verdad, indignante.
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