9 de octubre de 2009

PASIÓN Y RAZÓN DEL FÚTBOL I

A días, horas, minutos, de la última fecha de Eliminatorias Sudamericanas Sudáfrica 2010. A sólo dos jornadas para definir los últimos clasificados, para saber si Argentina, dirigida por Diego Armando Maradona, irá al Mundial, al repechaje o a la cucha hasta Brasil 2014. Para saber si Chile, dirigido por Marcelo Bielsa, conseguirá ese punto necesario y con él los pasajes a Johannesburgo.


Ante estas premuras, proponemos “pisarla” y pensar sobre ciertas discusiones futboleras que se vienen dando: trabajo vs improvisación, planificación vs mística, pragmatismo vs jogo bonito, Bielsa vs Maradona. En un principio parece tentador mantenernos dentro de esta serie de dualismos (que no son los únicos), ordenar las argumentaciones que los sostienen y definir nuestra postura. Pero, ¿y si rastreamos aquello de ambivalente, ambiguo y contradictorio que se oculta tras las antinomias? Averga.


Prendé uno por Bielsa

Surge como disparador de este artículo la página web PrendeleUnaVela, donde, desde una plataforma flash novedosa, se invita a los fanáticos de “la roja” a dejar su vela y su mensaje a “San Marcelino”, el nuevo santo del fútbol chileno, quien por medio de sus milagros llevará a Chile a jugar un mundial luego de largos 12 años. Sin desconocer el carácter paródico del sitio, en su tono humorístico da cuenta de varios fenómenos. Uno de ellos: la significación dominante que caracteriza al fútbol como “pasión popular”, y su asimilación a otra pasión, la religión.

La intro del sitio web lanza frases con una estética y música de trailer hollywoodense:

“16 millones de almas unidas”
“Entrégale tu fe”
“Cree en su fuerza”
“Confía en sus milagros”

La salteamos, aparece en nuestra pantalla un altar: en el centro un cuadro con la figura de Marcelo Bielsa que a través de sus lentes nos mira serio pero justo. Una aureola recubre su cabeza. A un costado el balón, al otro, los botines, los chuteadores. Enfrente: las velas digitales y las oraciones que dejan los creyentes. A este punto de la descripción la música sacra nos envuelve y empalaga. Ponemos off al audio.

Entonces: Marcelo Bielsa concede milagros, es un santo, hay que tenerle fe.

Al finalizar las últimas eliminatorias Chile quedó último. Muchos de sus jugadores estaban peleados entre ellos y con el cuerpo técnico. Su estrella y mejor jugador –David Pizarro– había renunciado a la selección. El primer y segundo recambio generacional, desde la derrota contra Brasil en octavos de Francia 98, no habían sido exitosos. Además se cometió el error de volver a contratar a Nelson Acosta. Ver a Chile en un mundial parecía un milagro. Pero a falta de uno, vinieron dos: el Sub20 de Holanda 2005 y el Sub20 de Canadá 2007, ambos dirigidos por José Sulantay. En el primero “la rojita” llegó a octavos de final y en el segundo consiguió un histórico tercer puesto. La importancia fundamental de estos mundiales fue que en sus planteles se encontraba parte de la actual selección chilena. Además, fue este “capital humano” uno de los factores fundamentales para que Bielsa asuma como DT de una selección que muchos –la gran mayoría– no veía con futuro mundialista.

Estaban en esos equipos: Matías Fernández, Gonzalo Jara, Carlos Carmona y Carlos Villanueva (2005); Gary Medel, Arturo Vidal, Mauricio Isla y Alexis Sánchez (2007). Se sumarían a este grupo: Humberto Suazo, Claudio Bravo, Gonzalo Fierro, Jean Beausejour, Manuel Iturra, entre otros. Continuarían ligados a la etapa Bielsa: Jorge Valdivia, Rodrigo Tello, Mark González.

De alguna manera se va reduciendo la posibilidad de que ocurra un milagro. Se abre paso a otro medio: la planificación.


Desde que Bielsa llegó a Chile, su estilo de conducción, selección y entrenamiento llamó la atención. Al comienzo se dudaba de que el jugador chileno (caracterizado históricamente como “poco profesional”, “flojo”, “indisciplinado”, “bueno pa´ la chicha”) pudiera asimilar los conceptos del exigente DT. En el camino se vieron las piedras, la indolencia de algunos jugadores, el ataque de la prensa (como en Argentina, molestaba que Bielsa no diera exclusivas, ni se prestase al juego farandulero del que viven los carroñeros y sus patrones) y también las deficiencias propias de un fútbol “poco desarrollado”. Sin embargo el trabajo planificado, diario, “a conciencia”, sumado al talento enorme de algunos jugadores (Sánchez, Suazo) y al sacrificio de los menos dotados, hizo de Chile el equipo sensación de las Eliminatorias.

Bielsa tiene clara una propuesta ética y estética con el fútbol, y logró plasmar ambas en este equipo, que puede interpretar y ejecutar sus directivas (así como lo logró también con Argentina 1998-2004). Ética, por que se mantiene firme en sus creencias, no las compromete ante lógicas comerciales o mediáticas, porque usa jogging. Bielsa y sus prácticas de alguna forma molestan al establishment, señalan en su prédica sencilla y humilde (y esto no tiene nada que ver con que Bielsa sea, y lo es, un millonario, casi todos los futbolistas y técnicos a este nivel lo son), lo que otros dirigentes no tienen. Estética, por que el equipo sale siempre a ganar, ataca con la pelota y sin la pelota. Se bate golpe a golpe con Brasil, en Santiago o en Pituaçu. Un equipo que ataca siempre es más lindo de ver que uno que no. Acá reside la transformación fundamental. De ser un equipo timorato, de “mitad de tabla para abajo”, Chile sale ahora a ganar de visitante, de local y contra los grandes.

Esta transformación –práctica, material, concreta– parece no tener nada de mística. Bielsa, en cada aparición pública, desde su trabajo cotidiano, demuestra todo lo contrario. Sin embargo, esto es fútbol, un deporte que constantemente niega la lógica, que se resiste a ser encorsetado en estructuras cientificistas, que se acerca más a la tesis de Panzeri (como “dinámica de lo impensado”) que al teorema de Pitágoras. Quizás sea cosa de encontrar el punto justo donde “lo impensado” (la creación) se desarrolle bajo límites y estructuras que lo potencien. De la forma en que Messi dibuja sobre el lienzo que sostiene el caballete culé.

Mientras tanto, cruzando la Cordillera, se apela a la mística.

Con Italia campeón en Alemania 2006 concluye también un proceso en el seleccionado argentino. Aquel que fue sostenido y generado desde comienzo de los 90 por el trabajo de José Pekerman y Hugo Tocalli, luego continuado en la selección mayor por Pasarella y Marcelo Bielsa. Son conocidos los títulos mundiales Sub20, la máquina de generar jugadores en que se convierte el predio de AFA, encima en Holanda 2005 brilla –mucho- Messi. En 2007, anunciando el cambio, Argentina sale campeón sin lustre, apelando al oficio y al marketing (los mundiales Sub20 son la gran vidriera para los pichones de crack provenientes de los países pobres de Sudamérica y África).

Pekerman lleva a Alemania un plantel joven (Tevez, Mascherano, Messi) y experimentado (Crespo, Riquelme, Ayala, ¿Abbondanzzieri?) que lo reconoce como formador, entrenador y guía. El equipo tiene un andar que visto a la distancia parece destinado a la gloria: gran triunfo contra Costa de Marfil, baile descomunal contra Serbia (goles hermosos, poéticos, debut de Messi), gol de película de Maxi (hay que verlo una y otra vez), 70 minutos perfectos contra Alemania (“es tuyo, es tuyo”). Restantes 20´ de locura total. Nunca el tiempo extra fue tan extra. Penales cantados y estudiados. Hoy la sensación que domina es que esa semifinal contra Italia la merecía jugar Argentina. Quizás sobró trabajo y faltó fe.

Materialismo y misticismo

Se va Pekerman. Se habla de que Argentina hace 13 años que no gana nada, que hay que devolverle la “mística ganadora” al equipo. La respuesta que encontró la AFA (Grondona, ejem) fue darle la dirección al último tipo que la sacó campeón. Con Basile se vivió un momento de resurrección anímica, de una “vuelta a la nuestra” (y se volvió, al punto de regresar a los años 50 y 60. Ver la nota de Pekerman citada arriba). La final de la Copa América nos devolvió a la nuestra de este tiempo: 14 años sin títulos y techo futbolístico a tres años del mundial (las relaciones de producción –jugadores y técnico- estaban caducas ante el desarrollo de los medios –Argentina es una potencia futbolística-).
Esa contradicción, entre potencial y efectos, no se resolvió de manera “revolucionaria” (como lo fue en Chile el pasaje Olmos/Acosta - Bielsa), sino que se profundizó con más mística, con la total y absoluta sumisión al contenido mágico y religioso: Diego Armando Maradona. Un pibe que profetizó su camino a la gloria, que concretó sus sueños, un creador, un mago, un líder. Amado y odiado, la elección de Maradona parece haber sido también una gran jugada marketinera, aún hoy sigue vendiendo.

Desde su asunción se le reprocha todo lo que se le reconoce a Bielsa. Se le sospecha de actitudes de irresponsabilidad supina, de incapacidad dirigencial, de ignorancia táctica, y de soberbia. Pero nadie le puede negar una condición que encarna como ninguno: es la persona mejor calificada para evaluar la alegría y los huevos que tiene que tener un jugador de la selección argentina. Quizás ahí este la clave de los más de 60 convocados desde que inició su ciclo, de que aún no haya un equipo “de memoria”.

Ahora sí, prendamos una vela.

El fútbol, dijimos, es una pasión, y también tiene su razón. En esta tensión se va desarrollando este deporte, intentando establecer límites –y soportes- a lo impensado desde la planificación cotidiana, poniendo el corazón para salir adelante, para encontrar la fórmula adecuada, para iluminar un camino. Así, no veamos dualismos: Disfrutemos y suframos el paradigma bielsista y sus efectos. Acompañemos, creyentes, la magia de Diego, y ¿por qué no? pidámosle un nuevo milagro.

2 comentarios:

Osvaldo Ardizonne dijo...

Coincido en que hay que hacer el esfuerzo analítico por superar los dualismos propios de nuestra modernidad futbolística trunca. Por ejemplo, la antinomía por excelencia de nuestra historia: Menotti y Bilardo (¿Cvilización y Barbarie?). Menotti asociado al "fútbol lírico", a "la nuestra". Bilardo al "modernismo tacticista" y "al bidón". Elementos irreconciliables en apariencia. Pero, ¿hay algo más bilardista que acompañar -¿y legitimar?- una sangrienta dictadura militar con triunfos deportivos?

Claudio PLacencia dijo...

Si vas para Chile

Quiero aportar la vision de un chileno, a raiz de la pagina de adoracion a Bielsa, creo que el reconociemiento que se le otorga a Marcelo mas que al entreandor, es a la persona , claro, primero le agradecemos que haya llegado un tecnico que aporte mesura y profesionalismo nunca antes visto en Chile, si en un Chileno (Pelegrini ), tanto asi que sin escuchar el clamor de la hinchada por Valdivia no dudo en mantenerle el castigo otorgado por la direccion anterior , luego de los bullados escandolos protagonizados por jugadores en venezuela, En segundo lugar se le agradece el recambio, fuera los historicos,se la jugó por la nueva camada, sabiendo contener y motivar segun sea el caso, como la arenga de Bonini a Chupete en montevideo, (documental ojos rojos), asi como bancandose al Mati sobre la sombra de Valdivia por que cree en su capacidad mental. Y por ultimo y mas que todo se gano nuestro cariño por que en los ultimos meses lo hemos visto sonreir, tirar chistes, sacarse fotos con hinchas, jugar con la prensa, algo que cuando llego era impensado para nosotros, creo que Bielsa se siente como en casa, y es persibido como un hombre bondadoso, alegre, intelgente y profesional.
Pero sin duda lo que mas valoramos de él, es que crea en nosotros.

Y VERAS COMO QUIEREN EN CHILE AL AMIGO CUANDO ES FORASTERO.